Cuestión de principios. Cuento de Erasmo Magoulas
Nos mantuvimos en el dintel, inspeccionando el interior, sin atrevernos a entrar. Carlitos fisgoneaba, escondido detrás mío. La sala, de unos veinte metros cuadrados, tenía empotrados a sus paredes unos bancos de madera y en el centro de la misma había
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