Afganistán: Daesh busca otra oportunidad

Afganistán: Daesh busca otra oportunidad

Guadi Calvo*. LQSomos. Enero 2018

En la tarde del jueves 28, mientras se desarrollaba una conferencia sobre los 38 años de la invasión soviética a Afganistán, en una madrassa y centro cultural chií, Tabian, en el oeste de la ciudad de Kabul, un atacante suicida se inmoló asesinando a unas cincuenta personas y dejando 100 heridas.

La madrassa, se encuentra ubicada junto a la oficina de la agencia de noticias Sada-e-Afghan o Afghan Voice, donde también se produjeron víctimas. Según las primeras informaciones, además del suicida se habrían colocado explosivos en el sótano de la madrassa.

De inmediato, el portavoz del Talibán, Zabihullah Mujahid en un mensaje de Twitter, negó que su organización tuviera alguna responsabilidad en el hecho. Tras esta declaración, fuentes del Daesh en Afganistán, Wilāyat Khorasan, se adjudicaron el hecho. Este ataque se produce semanas después de que el presidente Ghani, anunciara que el Daesh, instalado en Afganistán a fines de 2014, “estaba escapando del país, después de la ofensiva conjuntas de tropas afganas, junto a las estadounidenses”.

Daesh se encuentra acrecentado sus acciones en Kabul y otras ciudades afganas, mientras que el talibán, pareciera estar replegándose en el interior del país, tras el reinicio de las operaciones de bombardeos estadounidenses, que ha encontrado en esta táctica, la única manera de contener los avances de los hombres del mullah Hibatullah Akhundzada.

La nueva política del presidente norteamericano Donald Trump para el país centro asiático, pareciera estar dando resultado, más allá de que es altamente improbable que cualquier tipo de acción del Pentágono, pudiera hacer desistir de su lucha a la organización fundada por el mullah Omar. Las presiones de Washington más allá de las cuestiones netamente militares, pretenden acorralar al Talibán, para llevarlo a una mesa de negociaciones de paz, varias veces prometida y nunca realizada.

Los ataques norteamericanos contra laboratorios y centros de recogida de opio en la desértica provincia de Helmand, donde se elabora el 75% de la heroína que se consume a nivel global (Ver Afganistán: La guerra que nadie gana), apuntan a despojar a los talibanes de su mayor fuente de financiación, se calcula en casi un 60% del total, lo que equivaldría en unos 200 millones de dólares al año.

Según informes del Pentágono, en los ataques que se producen desde mediados de noviembre se cree que ya han matado a unos 50 insurgentes y destruido uno de los más importantes laboratorios junto a casi una tonelada de opio y heroína. Aunque dirigentes locales de Helmand insisten en que los ataques norteamericanos, no están siendo eficientes ya que “extrañamente” no se opera contra Bahramchah, que pareciera ser el verdadero nudo de la producción, donde se encuentra la mayor cantidad de laboratorios y depósitos e incluso pistas aéreas por donde sale la gran parte de la producción. Bahramchah, es la capital del distrito de Dishu, vecino a la siempre conflictiva Beluchistán, una región dividida entre Afganistán, Pakistán e Irán, con un intenso tráfico de contrabando de armas y drogas que cuenta con un fuerte movimiento separatista en el sector pakistaní, con varias organizaciones armadas como el Mutahida Mahaz Baluchistán (Ejercito Unido Baloch), Ejército para la Liberación de Beluchistán o la Organización de Estudiantes Baluchis estos tres laicos, mientras el último integrista con antiguas relaciones con el Talibán y al-Qaeda, Jundallah (soldados de Dios).

El gobierno del presidente Ashraf Ghani, se encuentra asediado además de sus pugnas internas, con su vice Abdullah-Abdullah, por la presencia cada vez más importante del talibán y los hombres del califa Ibrahim en la misma capital del país, donde los atentados son cada vez más virulentos y osados.

A finales del mes de mayo último se produjo el atentado más importante en Kabul desde el fin del gobierno del Talibán, (Ver: Afganistán: Cuando se disipe el humo, cuando se asiente el polvo) cuando un camión cisterna, con 1.500 kilos de explosivos, estalló en la plaza Zanbaq, en lo que se conoce como la “zona verde” o barrio de las embajadas, dejando más de 100 muertos y cerca de 500 heridos.

Mientras que su anterior acción del Daes en Kabul, antes de este último jueves, fue la toma Shamshad TV, un canal de lengua pashto, uno de los idiomas oficiales de Afganistán y que habla mayoritariamente en el sur del país, donde el talibán tienen una gran presencia. Los califados, tras copar el edificio de la emisora, mataron a una persona e hirieron a veinticinco, seis de gravedad.

Las fuerzas especiales afganas, para poder ingresar al canal, tuvieron que perforar una pared medianera, y la lucha por la recaptura del edificio se prolongó durante varias horas.

Durante octubre la capital afgana sufrió varios ataques. El primero el día 20, en una mezquita chií, donde un suicida se hizo estallar durante la oración o Salat At-Tahayyud matando a 56 feligreses e hiriendo a otros 55. Al día siguiente un atacante suicida embistió un autobús que transportaba a reclutas del ejército matando a 15 de ellos.

El gran enemigo en la mira

Las tropas del Daesh, derrotadas en Siria e Irak, están buscando nuevas oportunidades, como ya hemos visto en África y el Sudeste Asiático. Parece que resultan buenas opciones, pero quizás sea Asía Central y fundamentalmente Afganistán, por su carga simbólica donde los integristas de Abu Bakr al-Bagdadí, que están intentado radicarse, a pesar de la fuerte resistencia de los propios talibanes cuyo sentido territorial les hace negarse a cualquier tipo de alianza.

Recientes informes de la prensa rusa, reconocen que el Daesh, tendría cerca de 10.000 hombres en Afganistán, por lo que se cree que Estados Unidos podría estar errando su cálculo acerca de la presencia de Daesh en el país.

La preocupación rusa fundamentalmente radica en que este grupo se ha asentado en el norte de Afganistán, junto a las fronteras con Tayikistán y Turkmenistán, ambas naciones con fluidas relaciones con Moscú, y que podrían intentar establecer su califato en esas fronteras, sumándose la presencia en el propio territorio ruso de grupos fundamentalistas, que han llegado a atentar en Moscú y San Petersburgo.

Considerando que apenas faltan tres meses para las próximas elecciones presidenciales en Rusia, en la que Putin intentará volver a triunfar, y así lo dice todas las encuestas, y en otros tres comenzará el próximo mundial de futbol que también se jugará en esa nación, las fuerzas de seguridad rusas deberán extremar sus controles, ya que Vladimir Putin, considerado por los fundamentalistas, el más letal de sus enemigos, intentará golpearlos, no solo ellos, sino muchos de los enemigos del presidente ruso, en alguno o los dos momentos que su administración pone tanto en riesgo.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
Asia global – LoQueSomos

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