Crónica de un viaje a Cuba: Mercadillo de libros…

Crónica de un viaje a Cuba: Mercadillo de libros…

loquesomos.-Habana-plaza-armas-librosjpgLuis Puicercús “Putxi”. LQSomos. Noviembre 2016

…en la plaza de Armas de la Habana Vieja

Durante los cuatro meses que he permanecido en Cuba –en Caimito del Guayabal–, he tenido la oportunidad de viajar ocho veces a La Habana, aprovechando cada uno de los viajes para visitar el mercadillo de libros usados y de ocasión situado en la Plaza de Armas. Construida en 1519, es una de las cuatro plazas más antiguas de la Habana Vieja. Situada cerca del mar y del Malecón, es muy pintoresca, llena de sonidos, colores y aromas. Su estancia en ella me trasladó a un entrañable viaje en el tiempo.

Es este un mercadillo de libros de segunda mano y de ocasión, provenientes de fondos de bibliotecas vendidos –como se hace aquí–, por necesidad o cuando muere el abuelo de la casa, dueño de sus “tesoros” bibliográficos. A pesar de que mis acompañantes me han asegurado que estarán atentos por si aparece “alguna joyita”, yo estaba seguro que lo único que iba a conseguir con facilidad serían algunos ejemplares en buenas condiciones de compra… lo que ocurrió al final.

Aquellas visitas al mercadillo no las programé con el fin de encontrar “algo” interesante, algún “chollo” y ni mucho menos libros nuevos o primorosamente encuadernados. Me acerqué a aquel “Rastro” tan particular para encontrar libros de autores cubanos, en especial de Leonardo Padura, el más importante escritor de novela policíaca de la isla, aunque algunos editores aseguran que es el abanderado de la nueva novela negra en Cuba. En segundo lugar para buscar libros de Hemingway y, todavía más importante, libros relacionados con Hemingway. En realidad voy al encuentro de algunos libros que se comercializan solo en Cuba. Debo reconocer que cumplí con creces ambas expectativas… y ahorrándome unos buenos euros, todo hay que decirlo.

Y lo conseguí después de poner en práctica el antiquísimo y noble arte del “regateo”, adquirido durante años en mis frecuentes visitas al Rastro madrileño. Siempre hay que regatear para conseguir un producto a buen precio. ¿Un arte? Por supuesto que lo es. Hay que ir a comprar en plan humilde y respetuoso. No demostrar “especial interés” en el producto sobre el que se regatea (poner “cara de póker”). Tener paciencia y, sobre todo, un método “casi” infalible para conseguir lo que se quiere: “Hacer como que te vas”. Es este un método que casi siempre da resultado, pero hay que tener cierta psicología para “abandonar” el puesto en el momento “oportuno” con el riesgo de que “te dejen ir” de verdad y perder la posibilidad de adquirir el libro. Tengo que destacar el cuidado escrupuloso con que trataban los libros en los puestos que visité. La mayoría de los libros se encontraban envueltos en plástico, aunque no estaban plastificados. Libros de segunda mano que en ocasiones parecían nuevos.

Centrándome en la obra de Leonardo Padura, en las ocho visitas que realicé al mercadillo pude conseguir casi toda la obra del escritor. Aparte de la más que conocida El Habana-plaza-armas-libros-loquesomoshombre que amaba a los perros, me llevé ocho títulos más: Herejes, La cola de la serpiente, Máscaras y La neblina del agua, para mí la mejor, quizás porque habla de comercializar y comprar y vender libros dentro de una trama policíaca. Además tuve la suerte de conseguir cuatro “primeras ediciones” de Padura, que no sé bien para qué pueden servir en este caso: Fiebre de caballos (1988), El submarino amarillo (1993), Adiós Hemingway (2001) y La novela de mi vida (2002). Se da la circunstancia de que algunos de los libros que compré estaban dedicados por el autor a sus dueños, que los adquirieron en alguna de las ediciones de la Feria del Libro de La Habana. Eso dotaba a los libros de un cierto valor añadido, aunque fuese simbólico.

En otra de las visitas al mercadillo tuve la suerte de encontrar dos libros que hablaban sobre Hemingway: Hemingway en Cuba, de Norberto Fuentes, con prólogo de Gabriel García Márquez, editado en Cuba en 1984 y que cuenta sus 22 años de vida en Cuba, sin duda un tesoro de datos inéditos sobre el escritor. En el otro, Un corresponsal llamado Hemingway, también editado en Cuba el mismo año, se cuenta su labor como reportero… una antología de su trabajo periodístico. A pesar de que eran unos libros de noséqué mano, estaban en perfectas condiciones. Bueno, me pedían 50 CUC por los dos (unos 45 euros). Después de poner en práctica el arte del regateo me los llevé por 30. Al regresar a España me sorprendió comprobar que los dos ejemplares, sin tener asegurado un fondo editorial, costaban 93 euros. En otras visitas a la plaza conseguí otros títulos de Hemingway –de los que ya disponía en mi biblioteca– a muy buen precio, todos destinados a regalar a familiares y amigos: Las nieves del Kilimanjaro, Adiós a las armas, Fiesta, Por quién doblan las campanas e Islas en el golfo.

La última visita al mercadillo, ya casi con un pie en la escalerilla del avión, supuso una agradable sorpresa en mi búsqueda de escritores cubanos poco conocidos en España, al encontrar algunos títulos de Pedro Juan Gutiérrez: Carne de perro, Animal tropical y El insaciable hombre araña, y sobre todo su obra más relevante, Trilogía sucia de La Habana, de 1998, una dura novela de denuncia social sobre las consecuencias del “período especial” en La Habana a principio de los años 90. Unas consecuencias que llegaron hasta nosotros mediatizadas, con poca relevancia y sin llegar a conocer realmente las graves secuelas que tuvieron lugar en La Habana en aquellos años como consecuencia de la caída de la Unión Soviética. Esta novela está clasificada entre los 1001 libros que “se deben leer antes de morir”, según una rigurosa selección realizada por universidades de diversos países. Una curiosidad final. Después de cada compra de libros, en algunos puestos me obsequiaron en distintas ocasiones con dos pequeños libritos, La historia me absolverá, de Fidel Castro o El viejo y el mar, de Hemingway

putxi-habana-pzaarmas-loquesomosY no solo se venden libros en la plaza de Armas. Hay también varios puestos de antigüedades: relojes, monedas, billetes, cámaras fotográficas, objetos de bronce… Pero lo más curioso se encuentra a unos metros de la plaza donde dos cubanas, rayando ya la cincuentena, enfundadas en sendos trajes tradicionales criollos se dejan fotografiar con los turistas con prometedoras sonrisas, dándoles un beso (con abundante carmín) en cada una de las mejillas del turista de turno… y a cambio de “la voluntad”, una voluntad que no pasa por la donación de moneditas –menudo–, sino por billetitos a partir de 5 CUC… las cubanas podrían ser humildes pero no tontas.

En la calle Obispo, que sale de la plaza de Armas, hay cinco librerías con precios “para turistas”, en este caso librerías poco dadas al regateo, según me confirmaron. En una de ellas encontré un librito del que tenía conocimiento, Paseando con Papa Hemingway, de Guido Guerrera, editado en Cuba en 2003. El viejo librero me lo enseñó, remarcando que su precio era de 10 CUC (9,40 euros) y que no podía rebajar ni un centavo… me lo llevé por 8. Bueno, al final retorné a mi viejo Madriz “con las alforjas llenas” por más de 60 títulos de muy buena y casi desconocida literatura cubana… Viaje a Cuba éste que llenó completamente todas mis expectativas.

* Crónica de un viaje a Cuba, son una serie de relatos en primera persona de la estancia en este año en la Isla del autor, la figura de Hemingway siempre esta presente.
Miembro de la Asamblea de Redacción de LQSomos. Autor del libro “BRIGADISTAS EN CUBA” (clic aquí), testimonio de la enriquecedora experiencia que supuso su estancia en Cuba durante tres años en el marco de las Brigadas de Trabajo Voluntario.
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Bego

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