Kenia: Elige la violencia

Kenia: Elige la violencia

Guadi Calvo*. LQSomos. Agosto 2017

Kenia, una vez más parece deslizarse a una matanza poselectoral, sin un triunfador claro, tras las elecciones del pasado 8 de agosto. El actual presidente y candidato por el Jubilee Party of Kenya, Uhuru Kenyatta, se auto proclamó ganador por un 54% frente a la opositora “Super Alianza Nacional” (NASA), encabezada por Raila Odinga con un 45%.

Odinga, por su parte, a pesar de que el viernes a última hora la Comisión Electoral confirmaba el triunfo del actual presidente, ha denunciado fraude por el hackeo del sistema de conteo electoral. Según el opositor, los resultados fueron manipulados y denunció que los conteos de su partido, mostraban que estaba ganando por un millón de votos. La comisión electoral dio la victoria al actual presidente solo con un 74% de votos escrutados, con una ventaja de 10 puntos sobre Odinga.

La acusación adquiere relevancia si se tiene en cuenta que el martes 31 de julio, después de tres días de desaparición, Chris Msando director de Tecnología de Información y Comunicaciones de la Comisión Electoral Independiente (IEBC) fue encontrado muerto en un bosque cercano a Nairobi. Msando tenía un brazo cercenado y claras señales de tortura. Al enrarecido clima electoral, por el asesinato de Msando, hay que agregar la extemporánea expulsión del país de todos los asesores de campaña contratados por la oposición.

Tras el anuncio de la Comisión Electoral, los seguidores Odinga, ganaron las calles de las barriadas populares de Nairobi como las de Mathare Kibera o Dandora, y las ciudades del occidente con mayor presencia de la oposición Homa Bay, Kisumu, Migori y el distrito de Siaya, donde se produjeron las mayorías de las 120 muertes de manifestantes, al tiempo que los comercios debieron cerrar por los saqueos.

La compleja estructura étnica y tribal de la sociedad keniata, ha tenido históricamente en la vida independiente del país un peso determinante. Desde la declaración de independencia de Reino Unido en 1964, el juego de poderes entre las tribus ha marcado el rumbo de la política con diferentes alianzas. Lo que ha permitido que desde su independencia hasta hoy solo haya tenido cuatro presidentes Jomo Kenyatta, quien es considerado el padre de la patria (1964-1978), Daniel Arap Moi (1978-2002) Mwai Kibaki (2002-2013) y el actual, Uhuru Kenyatta, hijo de Jomo; que desde 2013 ocupa el cargo y al parecer pretende perpetuarse en el poder. De todos ellos solo Moi pertenece a la etnia kalenjin, la tercera en población, que representa un 14% de los 45 millones de kenianos, mientras que los otros tres pertenecen a la etnia kikuyu la más importante del país que constituye el 21% de las 42 tribus que componen el espectro total de la población.

En el año 1991, tras lo que se consideran como las primeras elecciones multipartidistas Arap Moi, para mantenerse en el poder y así evitar el ascenso de una alianza opositora compuesta por tres etnias, los luo, luhya y kikuyu , inició una represión que se saldó con 1500 muertos y 300 mil desplazados. Lo mismo volvió a suceder en 2007 con cerca de 1200 muertos y 600 mil desplazados. Por aquellas matanzas Kenyatta y William Ruto, su ahora vicepresidente, fueron llevados a la Corte Penal Internacional por su rol en aquellos hechos, aunque finalmente fueron sobreseídos por falta de pruebas.

El actual tironeo electoral, no solo es una disputa entre dos etnias, sino también entre dos hombres del establishment, que sin duda no cambiaran los destinos del país donde más del 50% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza.

El presidente y aparente ganador en las elecciones Uhuru Kenyatta, quien había prometido renunciar si era derrotado, es el favorito de los Mercados y de Occidentes, sin duda beneficiado por su educación en el Amherst College de Massachusetts, una escuela de economía liberal, por los que sigue a pie juntillas las disposiciones del FMI y el Banco Mundial. Kenyatta es además según la revista Forbes, es el hombre más rico de país. El reciente acto electoral ha recibido el beneplácito del ex Secretario de Estado norteamericano John Kerry, jefe de la misión de observadores electorales del Centro Carter, quien habló de la transparencia y diligencia del proceso electoral, en ese mismo sentido la Unión Europea, no ha dado cabida a los reclamos de la oposición.

Raila Odinga, de la etnia Luo, que con su 12 % representa la cuarta etnia más importante del país, es un veterano de la política que ha ocupado diferentes cargos los gobiernos que se han sucedido. Este es su cuarto intento por lograr la presidencia, con sus de 72 años, adjura de su pasado marxista.

Esta nueva estafa electoral vuelve a repetir el cuadro de las elecciones de 2013, cuándo Odinga enfrentaba al actual presidente y fue despojado del triunfo, a pesar de que las encuestas previas había llevado una gran ventaja a Kenyatta y estaba liderando el conteo final, por lo que la misión de observación electoral de la Unión Europea, se vio obligada a reconocer que: “La falta de transparencia y el número de irregularidades hacen dudar de la exactitud del resultado”.

Semanas antes de la elección, el analista político y experto anticorrupción, John Githongo había declarado: “seguramente vaya a haber violencia, el tema es cuanta”

El vector somalí

El grupo fundamentalista al-Shabaab, la franquicia somalí de al-Qaeda, opera con cierta frecuencia en territorio keniata, provocando en ocasiones golpes dramáticos como el asalto al Centro Comercial Westgate en Nairobi en septiembre de 2013 o la toma de la universidad de Garissa en abril de 2015 que se saldaron con un total de cerca de 200 muertos. Además son docenas de ataques y tomas que se ejecuta contra poblaciones cercanas a la frontera.

La acciones de al-Shabaab en Kenia son empujados fundamentalmente como respuesta a la participación del ejercito de Kenia en la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) que intenta controlar, con poco éxito, los avances de la banda wahabita que desde hace más de una década asola al país. Esta realidad hace vital para quien gobierne Kenia, que pueda solucionar las permanente operaciones del terrorismo en su frontera.

Las elecciones en Kenia no pasaron desapercibidas para la banda fundamentalista ni los candidatos obviaron referirse a sus objetivos frente al terrorismo, como punto a considerar en sus campañas.

Por su parte al-Shabaab, que había prometido interferir en las elecciones, atacó la noche del lunes las instalaciones eléctricas del condado de Lamu, dejando sin suministros durante 14 horas a unas 100 mil personas. El mismo día de las elecciones muyahidines de al-Shabaab atacaron un bus en una carretera matando a tres personas y robaron tres vehículos en el distrito de Mandera próximo a la frontera entre ambos países.

Mientras, que el presidente Kenyatta mantendría las tropas la AMISOM, su contendiente había declarado que iba a sacar de Somalia a las tropas kenianas, aunque el mismo había fue quien dispuso el envió en 2008, durante sus funciones como Primer Ministro del presidente Mwai Kibaki.

El resultado de las elecciones a unas semanas de los comicios siguen siendo incierto, al tiempo que se cree puedan volverse a repetir protestas y sus consiguientes represiones que como queda dicho en Kenia suele ser una opción electoral.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional

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