La mujer durante el franquismo

La mujer durante el franquismo

Marisa Ruiz*. LQSomos. Septiembre 2017

Todos los derechos que la mujer había conseguido y le habían sido garantizados durante la Segunda República Española le fueron arrebatados con la llegada de la dictadura franquista, suponiendo así un retroceso en su emancipación.

Durante la dictadura la mujer pasó a segundo plano y según el nacionalcatolicismo debía ser sumisa y acatar todas las órdenes que su esposo le imponía, o si era soltera debía atender a las peticiones y mandatos de su padre o hermanos ya que, según se afirmó, el hombre era superior a ella en todos los aspectos ; las prioridades principales que se le asignaban eran las de cuidar a su esposo, realizar las tareas del hogar y tener la responsabilidad de ser madres, acto que las `glorificaría y las llenaría de gozo´.

A la mujer se le prohibió el acceso al entorno público y no se le permitía dedicar su tiempo a la política o similar por considerarse ámbitos del dominio masculino debido a que, según decían, no estaba preparada para tomar decisiones ni afrontar medidas importantes ya que era muy inferior intelectualmente al hombre.

Las mujeres que no aceptaron este concepto y se impusieron ante todo lo que denigraba y humillaba al género femenino sufrieron una persecución feroz y fueron acusadas de transgresoras de una supuesta esencia-identidad femenina ejecutada por el franquismo. Todas las que no se doblegaron ante las ideas de un Régimen absurdo y retrógrado fueron demonizadas y consideradas como la semilla del mal además de que se las acusó ser las culpables de la decadencia de la moral católica. Fueron perseguidas no solo por pensar de forma diferente a lo que la dictadura imponía y decirlo de forma abierta sino también por desafiar los roles que les habían sido asignados.

La dictadura comenzó una persecución y acosamiento contra todas las mujeres consideradas `rebeldes´ llegando a torturarlas de una manera escalofriante, a violarlas y practicarles aberraciones que destruían sus órganos femeninos imposibilitando la maternidad que, según el franquismo, traería el mal y la vergüenza a este país. A muchas de las mujeres que encarcelaban les hacían purgas con aceite de ricino, las rapaban, las ataban y violaban con palos a los que se les habían hincado previamente púas oxidadas, las encerraban dejándolas días sin comida ni agua para luego practicar con ellas todo tipo de actos deleznables para después fusilarlas o prenderles fuego vivas hasta que acabaran totalmente calcinadas. Algunas de las mujeres que eran madres las fueron ejecutadas por `deslealtad al Régimen´ ofreciendo en adopción a los hijos a familias adineradas simpatizantes de la dictadura.

La represión franquista consideró a la mujer un ser inferior y sin ningún tipo de valía que no fuese el de estar a las órdenes del hombre, y por ello el cuerpo de la mujer que no aceptó doblegarse a ese rol fue usado como un campo de batalla en el que degradar y vencer a un enemigo que no era capaz de cumplir órdenes. A pesar de que la violencia ejercida contra la mujer durante la dictadura pudo considerarse en algunas ocasiones igual que la ejercida en el hombre, no tenía el mismo significado. Esta persecución, violencia y odio a la mujer que proclamaba libertad e igualdad se realizó para mantener su posición de subordinación y para especificar lo que le ocurriría a todas las que decidieran rebelarse contra las pautas establecidas.

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