¿Por qué he escrito “La Construcción del Sujeto en la Sociedad del Conocimiento”?

¿Por qué he escrito “La Construcción del Sujeto en la Sociedad del Conocimiento”?

Sociedad-de-conocimiento-LQSomosÁlvaro Zaratiegui. LQSomos. Marzo 2016

• A veces me pregunto a mí mismo por qué he escrito “La Construcción del Sujeto en la Sociedad del Conocimiento”, y la primera respuesta es siempre la misma, para aclararme yo mismo. Yo soy de los que creyó que la economía del conocimiento, y con ella la aparición del cognitariado, iba a traer a la sociedad la posibilidad de crear un sistema productivo que resultara más rico, en el más amplio sentido de esta palabra, que el capitalismo a la vieja usanza. Y que, por tanto, la sociedad escogería esa nueva economía. La realidad no ha sido esa. No es que pensara, como algunos acérrimos creyentes de la economía del conocimiento, que ya no habría crisis. Nunca lo pensé, creo que la crisis es inherente al ser humano y por tanto a la economía. Pero de verdad creí que había una posibilidad de que la gente acabara escogiendo, siempre por intereses, no por cuestiones morales, lo que a todas luces parecía mejor. Eso fue hasta la llegada de la crisis.

• 2008 y los años que han seguido al gran estallido me demostraron que no había la posibilidad de escoger, al menos ahora mismo, que la sociedad del conocimiento que se había empezado a crear había traído una crisis brutal, y que nos afectaba en lo económico y en lo personal. Fue a partir de ese reconocimiento de la realidad que me planteé que era necesario volver a reflexionar sobre todo lo que había pensado y escrito en los últimos veinte años. Y cuando hablo de pensar y escribir, me refiero a mi trabajo profesional; a lo largo de los últimos veinticinco años, he tenido que hacer decenas de proyectos, aún los sigo haciendo, en ciudades, territorios, y últimamente en países, buscando la mejor manera de crear una sociedad más rica, más inteligente. La crisis me puso ante un muro, no es posible hacerlo si no se crean unas condiciones al mismo tiempo que lo permitan. Comprobé que no se puede pasar de una sociedad a otra porque ésta última sea claramente mejor. Muchos pensarán, y con razón, que para ese viaje no hacían falta alforjas, pero no es tan sencillo.

Es ahí es donde aparece la necesidad de un nuevo sujeto creado a partir del cognitariado, un sujeto que recoja lo mejor del pasado, pero que sea consciente de que hay que volver a crearlo. Que ya no nos vale con el que se creó en el siglo XIX, y que, por ejemplo, me sirvió de guía durante toda mi juventud, y en realidad de buena parte de mi vida: el marxismo, el mundo del trabajo y su lucha, y todo lo que eso acarrea en la construcción del sujeto que hemos sido.

Esa idea del cognitariado no es nueva. Ya Marx, aunque con distinto nombre, habla de él en los Grundrisse, entendiendo por tal

a los trabajadores cuya herramienta de trabajo es la suma de su conocimiento adquirido como ser individual y como ser social, en resumidas cuentas de su vida al completo, ellos aportan al trabajo su vida al completo, eso los cambia absolutamente respecto a los trabajadores anteriores que el sistema capitalista ha tenido.

Marx señala en ese texto que la deriva del trabajo en el capitalismo irá en esa dirección, que es inevitable, ya que es la más productiva, y el capitalismo es un sistema de producción cuyo objetivo último es mejorar esa producción, no lo puede evitar, si no lo hace desparece.

Aunque él no llegó a ver este tipo de desarrollo, solamente lo intuyó, ya que no existían condiciones para ello y, como buen político, se centró en el presente. Pero cuando en los 70 y sobre todo en los 80 y 90 empieza a comprobarse que la clase obrera, como tal clase, no da más de sí, que no parece capaz de crear una nueva sociedad, no sólo por lo que ocurre en el este, en el socialismo real, sino porque en occidente, se une a las fuerzas del capital más rancio, y además pierde fuerzas en cuanto a número e importancia política casi de día en día. Entonces muchos volvemos nuestra mirada hacia el cognitariado, muchos pasamos a confiar en esa nueva clase social o como quiera que le llamemos, que aparece en el capitalismo en esos años y que se desarrolla de forma imparable, como ya había predicho Marx.

La crisis ha demostrado que estábamos equivocados al pensar en el cognitariado como tabla de salvación, que si bien éste nace con el desarrollo del capital, y que sin él, éste último, se estanca y retrocede inevitablemente, por el hecho de existir no va a cambiar nada, necesita crear su propio sujeto si quiere ejercer algún tipo de liderazgo que ayude a cambiar a la sociedad. Gramsci diría, primero liderazgo y después la coerción, pero primero liderazgo, sin él no hay cambio posible. Y para que el cognitariado pueda ejercer ese liderazgo, primero tiene que saber quién es.

Estas son las razones que me llevaron a pensar en la necesidad de crear ese nuevo sujeto. Pero debo decir, que cuando comencé a escribir, no fue esa la razón, eso fue después, cuando ya llevaba una buena parte del libro escrito, la consciencia de esa necesidad fue cuando el libro ya estaba avanzado, es decir, fue la propia escritura la que me hizo comprender la necesidad del nuevo sujeto.

Es por eso que el libro no es una tesis, es un ir y venir, son fragmentos en los que se entrecruzan diversos leguajes; el arte, la filosofía, la memoria, la literatura, la economía… Tampoco he sido consciente de que la construcción del sujeto debía tener esta forma hasta que el libro estaba avanzado. En la primera página del libro escribo

“Comencé a escribir este libro porque no me quedó más remedio, no sabía muy bien qué buscaba, pero la vida ya vivida se escabullía entre mis manos y Sociedad-de-conocimiento-LQSomos1no quedaba nada”.

Era una necesidad vital y sigue siéndolo. No creo que el nuevo sujeto se pueda crear de una sola pieza, yo al menos no sé hacerlo, más al bien al contrario, creo que hay que ir apartando capas de cebolla para ir descubriéndolo y al tiempo creándolo. Yendo de un lugar a otro, hoy aquí, con un lenguaje determinado; la economía, la ciencia; mañana allí con la filosofía o con el lenguaje artístico, o la mística, entendida como constructo creado por los humanos para relacionarse entre sí, o haciendo de las cosas más íntimas y personales una herramienta de trabajo para hacer que ese sujeto aparezca. No en vano, el cognitariado, utiliza su vida al completo, lo íntimo y lo menos íntimo, lo personal y lo colectivo.

Si algo tengo claro es que el sujeto que necesitamos debe ser más completo que ninguno de los que se han creado anteriormente, y que no se puede crear desde la filosofía, o desde la ciencia o desde el arte, necesitamos todos los lenguajes que los seres humanos hemos ido creando a lo largo de la historia para construir ese nuevo sujeto.

En realidad, aunque no es un libro de filosofía al uso, yo me siento a bien entre las corrientes de lo que se ha dado en llamar nuevo materialismo, y creo que este libro podría inscribirse en él. Un materialismo, en el que el ser humano no solo se reconoce como parte de la naturaleza; una naturaleza cambiante, rica, capaz de crear seres complejos como nosotros, o constructos complejísimos como nuestras sociedades, sino que, y esto es lo más importante, capaces de participar en la creación de su propio destino, aun sabiendo que nunca lo lograrán, que siempre será un “posible”.

Creo que esta idea es central en el nuevo sujeto: La voluntad de poder que diría Nietzsche, la voluntad de la búsqueda de lo “posible”, sin perder nunca vista una cita de Foucault y que recojo en el libro: “La vida alcanza con el hombre a un viviente que nunca se encuentra en su lugar, un viviente condenado a errar y a engañarse”. Él dice esta frase tan lapidaria cuando ya está muy enfermo de SIDA, y la dice en tono muy pesimista, yo la traigo aquí de forma optimista, el nuevo sujeto, el nuevo materialista, deberá estar siempre a la búsqueda de lo “posible”, y no lo encontrará jamás, siempre estará fuera de lugar, pero ese es nuestro destino.

Para acabar, me gustaría traer de nuevo a Nietzsche, que al propio Foucault le gustaba tanto: hay que estar a la altura de ese destino. Eso es lo que he pretendido con este libro. Estar a su altura.

* La construcción del sujeto en la sociedad del conocimiento de Álvaro Zaratiegui. El Garaje Ediciones SL (917981169 – 600241668)
218 págs. ISBN: 978-84-942311-8-6 P.V.P. 15 euros

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