Sergio Ramos SÍ que es un ‘working class hero’

Sergio Ramos SÍ que es un ‘working class hero’

working-class-hero-lqsCelia Castellano*. LQSomos. Septiembre 2015

Desde que Sergio Ramos salió en una fotografía con una camiseta que decía “working class hero” algunos militantes y gente políticamente comprometida le habéis cogido una manía al chaval…Y no entiendo por qué. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso está mintiendo? Es el héroe de la clase obrera, como lo son otros jugadores de fútbol. Como lo es Messi en su mesianismo. Que le paguen millones de euros por meter un balón entre dos palos y jubilarse antes de los 40 no significa que no sea un working class hero, porque la categoría de “héroe” no existe per se, si no que la creamos nosotros. La otorgamos nosotros. Mientras haya una gran parte de la clase obrera que idolatre a los futbolistas de primera división que cobran barbaridades (no todos), ellos serán héroes del pueblo. Ojalá una manifestación reuniese a tantos obreros como un partido de fútbol. Es el ejemplo por excelencia de la movilización de masas en su sentido literal.

Siguiendo la teoría marxista podemos decir que esto se debe a la falta de conciencia de clase o incluso a la “falsa conciencia de clase”, dejando de lado su sentido tautológico, en tanto que las aspiraciones o pensamientos del trabajador van en detrimento de sus propias necesidades o intereses materiales. Se identifica con una clase que no le corresponde. Llama a los jugadores por su nombre. Se preocupa. Empatiza con ellos. Y no son la misma clase social. No son iguales. La lucha de clases significa simple y llanamente que son ellos o nosotros. Obviamente aplaudiendo, discutiendo y peleándonos por quien ficha a quien poco conflicto hay. Recordemos, que la cristalización del conflicto comienza en el discurso público. Nunca si éste es incoherente. Podemos tener contradicciones, que es a lo que se apela falazmente cuando alguien se mete con el negocio del fútbol profesional, pero no incoherencias. No tiene sentido alguno afirmar que se quiere acabar con la desigualdad social y financiar el este tipo de fútbol profesional. ¿De qué vamos? Luego está la gente no politizada que sale con “no mezcles la política con el deporte” como si el fútbol actual no se enmarcase dentro de la lógica de un sistema capitalista. O la repera de la argumentación “bueno a mí no me ha hecho nada Sergio Ramos”. Claro que en un sistema sólo tiene responsabilidad el que hace leyes y las ejecuta, por lo visto, con esa tendencia a utilizar conceptos e ideas genéricas que tenemos. Señores, sí, Sergio Ramos es el héroe de una clase trabajadora sin conciencia de clase.

Todo esto se enmarca dentro de una era posmoderna. Identificarse con clases sociales que no son las nuestras y aspirar a ser el de arriba de la pirámide social por medio del control de la economía ocurre desde el surgimiento de la burguesía y por tanto del proletariado. Ahora bien, asumir que los metarelatos, grandes cosmovisiones, sistemas de valores e ideologías que dotan de sentido a la realidad y que, según Lyotard, son totalizantes, han muerto es consustancial a la corriente de pensamiento posmoderno. Es la negación de la razón pura, que se considera una narrativa más, y la relativización de conceptos como “justicia”, “igualdad” o “libertad” según la experiencia particular y la supuesta búsqueda de la felicidad inmediata. Preocupa el ahora, no el devenir histórico ni la idea de progreso social que, estrictamente, dentro de esta corriente no existe. Y lamentablemente se ha conseguido convencer a parte de la población occidental, sumida en la gran mentira de la middle class, que lo que importa es la individualidad y el hedonismo por encima de la colectividad y el compromiso social. El culto a uno mismo, intentando mostrar “diferencia” artística, filosófica, etc. pero, contradictoriamente, acabando en una imitación social brutal gracias a la industria cultural, el marketing y la televisión. Y, sobre todo, la estética en todos los ámbitos: la imagen por encima del mensaje. Es el mundo a la carta. Y en este paradigma se enmarca la cultura pop que sostiene la superproducción de artículos de consumo como pueda ser la camiseta de Sergio Ramos o las del Che Guevara. Hasta los 80 el anticomunismo en EEUU estaba a la orden del día. Hoy es una moda, como tantas otras. No hay más. Sergio Ramos puede llevar la camiseta de la Working Class Hero como si mañana se coloca una de Curro Jiménez porque nosotros lo avalamos. No hay diferencia alguna. La única ideología que hay según esta corriente de pensamiento es la negación de las ideologías. Es estética. Igual que lo es la camiseta de Franco de Nuno Silva. Igual que lo es una camiseta con la cara del mismo Sergio Ramos. En sí él mismo es una moda porque, con el supuesto fin de las ideologías, se afirma alejarse de los personalismos de los líderes políticos pero en realidad se crean nuevos héroes adaptados al pensamiento predominante: tú importas, no el conjunto. Mientras des espectáculo. Como en la política.

Llegados a este punto, aparte de indignarnos y quejarnos, que lo hacemos bastante bien, ¿qué hacemos? Podemos cabrearnos y pegar cuatro gritos. O decir que la historia le dará su merecido, como algún tweet que he visto por ahí. O afirmar que acabará en un gulag y estas cosas tan guays que decimos en ambientes distendidos con “gente del rollo”. O también podemos plantearnos qué estamos haciendo mal para que seamos cuatro gatos los que entendamos que la camiseta de Ramos es un insulto. Porque algo estamos haciendo mal. Quizás muchos de nosotros pagar por una entrada de fútbol profesional y caer, sin querer, en la admiración incondicional a los futbolistas. Quizás lo erróneo sea el “todos tenemos contradicciones…”. O quizás nuestro error sea perder el culo por la nueva camiseta que saque el grupo de música alternativa hiper chachi progre de turno, especialmente si tiene pasta, o convertir a Ovidi en un icono con la sobre utilización de sus versos hasta que dejen de tener sentido.

Es imposible divulgar una visión del mundo, conseguir que tenga efecto y otra persona desarrolle su conciencia política, sin actuar en consecuencia a la misma. El capitalismo es el sistema económico más pernicioso que existe porque puede llegar a cualquier región del planeta e incluso cargárselo, como está haciendo. Y en su extensión, vivir absolutamente fuera del sistema es imposible, a menos que nos vayamos al monte con las cabras. Ahora bien, hay muchos tipos de elecciones. Y éstas determinan quiénes somos.

– Referencia: La condición posmoderna. Jean-François Lyotard
* Jaque Doble
@17Mn

LQSomos

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