Apuntes epicúreos: Café Irlandés

Apuntes epicúreos: Café Irlandés

Tomás Cortes. LQS. Abril 2021

Este combinado como tantos otros, no es producto de la elaboración teórica de un barman, ni de la síntesis magistral de múltiples mezclas. No.


La historia secreta del Café Irlandés

Corren los años veinte en los Estados Unidos de América, tiempos de desarrollo industrial y vida bulliciosa, propiciado por el estancamiento económico de Europa que no termina de salir de la guerra del catorce cuando ya madura el germen de la siguiente, en el núcleo duro del emporio militar industrial nazi-alemán, hasta aquí no llega el grito de dolor y muerte de la vieja Europa de entre guerras.

En ese aparente oasis Estadounidense se esta produciendo de forma soterrada otra guerra, esta contra las libertades y costumbres culturales del pueblo; ejércitos de asesinos, extorsionadores, y contrabandistas, mandados por capos mafiosos, siembran el terror, la muerte para hacerse con el control de barrios y ciudades enteras, obligando a pagar a cientos de miles de ciudadanos y pequeños comerciantes un dinero a cambio de protección y a consumir productos previamente contrabandeados por estos.

En pocos años, la acumulación de miles de millones de dólares, genera un grupo económico organizado entorno a la llamada Gran Mafia, con Alcapone, entre otros, en su cúpula. Esto les permite diversificar los campos de actuación: juego, drogas, prostitución, puertos. Todo ello en alianza con alcaldes, policías, jueces: el capitalismo moderno esta en marcha, sus orígenes lo marcaran para siempre.

El siguiente paso que no el ultimo, será mas atrevido, infiltrarse en el primer eslabón del poder político; Para ello utilizan otro método: “el dinero”, a través de él corrompen a congresistas y senadores para que inicien campañas moralizadoras por todo el país, contra el consumo de bebidas alcohólicas y su elaboración.

Mientras tanto la propia mafia siembra por todas partes destiladoras y embotelladoras clandestinas de whisky ocultando su producción para que en el momento que se revalorice este (5000% – 10000%) sean los únicos que almacenan la mercancía.

Las falsas campañas moralizadoras dieron su resultado y se implantó en todo el país la llamada “ley seca”.

Pasados muchos años dicha ley se derogó, por obtener resultados contrarios a los perseguidos (Os recuerda esto a las actuales campañas contra el tabaco. ¿Qué compañías dominan el mercado mundial y su distribución?, ¿quién propicia las leyendas actuales en los paquetes?, ¿quién puede querellarse ahora?).

Dicha ley permitía a la policía entrar en los bares y sin previo aviso, coger el vaso del cliente, olerlo y mirarlo, si a través de los sentidos percibían contenido espirituoso arrestaban al cliente e imponían una fuerte multa al establecimiento o lo cerraban inmediatamente.

Las tabernas en ese tiempo, las regentaban irlandeses e italianos, en su mayoría, fue alguno de los primeros quien se las ingenió para sortear la nefasta ley.

Si la policía se basaba en dos sentidos para saber quien bebía, el objetivo era el impedir que pudieran aplicarlos.

Para ello mezcló el café con el whisky ocultando el dorado y fuerte olor de este; después calentó la mezcla para despistar terminando de llenar el vaso con nata liquida, batida, que al flotar por su menor densidad, taponaba cualquier posibilidad a la pituitaria del agente.

Ese es el origen del extraordinario café irlandés y la raíz de innumerables combinaciones que teniendo como base el café y un espirituoso caliente se realizan en todo el planeta.

Fórmula:
Azúcar moreno de caña
Whisky irlandés (un escocés o dyc 8 años también valen si no se tiene el primero)
Café solo largo y concentrado ( Express)
Nata líquida

Preparación:
Verter en una copa de café irlandés o en su defecto en una copa de agua una cucharada de azúcar moreno con colmo. Seguidamente encima del azúcar echar una copa de whisky. Calentar la mezcla en un vaporizador de maquina, o en un cazo si es en casa; cuando este caliente, prenderla con un mechero y mantener la llama durante 10 segundos, añadir el café caliente y mezclar el azúcar. Para que la nata flote es menester escanciarla muy despacio sobre una cucharita y no directamente sobre el café. El color resultante será blanco y negro nítidos y separados.

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