La catalanofobia nazional

La catalanofobia nazional

Arturo del Villar*. LQSomos. Septiembre 2017

La política española siempre ha sido esperpéntica en toda su historia, pero en estos días previos al referéndum acordado para el 1 de octubre en Catalunya alcanza caracteres épicos, y desde luego incomprensibles. Por un lado los españoles impiden votar a los catalanes para que elijan la forma de Estado preferida, de modo que se les obliga a seguir formando parte de España, a pesar de las mayoritarias manifestaciones independentistas, y por otro se les presenta como seres estúpidos que no saben organizarse, por lo que llevarían a su país al desastre en el supuesto de superar el colonialismo español. Por eso necesitan la protección de la colonia española.

Este es el argumento esgrimido siempre para justificar el colonialismo, aunque parecía que estaba en desuso a estas aturas de la historia, después de la casi generalizada descolonización de América, Asia y África, tras unas guerras tan insensatas como sanguinarias por parte de las potencias coloniales.

Pero es sabido que España nunca marcha a la hora del mundo. Por eso se ha vuelto a repetir esa copla racista, xenófoba, colonialista, vergonzosa, insultante e intolerable que presenta a un negro deseoso de ser blanco. Para quienes la cantan, la negritud es el símbolo de la degeneración humana. Recuerdan la opinión de los teólogos catolico-rromanos españoles en tierras americanas, cuando recomendaban llevar negros caza-dos en África para venderlos como esclavos, por considerar que carecían de alma, y en consecuencia no eran seres humanos, sino bestias. Dice la copla:

Desde el fondo de un barranco
canta un negro con afán:
“¡Ay, madre, quién fuera blanco,
aunque fuese catalán!”

De modo que el considerado por el autor un ser inhumano bestial que canta hundido en un barranco, al que le habrá empujado el capataz, desearía ser blanco, aunque fuese lo considerado por el autor, un nazionalista español, por supuesto, lo más decadente y abyecto de la raza humana por excelencia, la blanca, esto es: un catalán.

Pero ha surgido una réplica o nueva versión actualizada, mucho más real que la pri-mitiva, debida a algún ingenio de esta Corte, que por precaución prefiere quedar en el anonimato. Se adapta a estos momentos de quiebras bancarias, que nos han obligado a todos los vasallos de su majestad católica a realizar un llamado saneamiento de las entidades sin recursos. Carecen de ellos porque sus dirigentes se apropiaron de los depósitos de los clientes, sin que el Banco de España lo impidiera. La nueva versión dice:

Arruinado por un Banco
grita un hombre sin control:
“¡Es una mierda ser blanco,
y mucho más español!”

Cuentan las crónicas chismosas una anécdota al parecer cierta. Se empezaba a discutir en el Congreso la Constitución borbónica de 1876, tras el aplastamiento de la República por unos generales monárquicos traidores, como parece ser su misión. Al debatirse el artículo 1º sobre la definición de quiénes son españoles, se dice que el instigador de la restauración borbónica, Antonio Cánovas del Castillo, murmuró en voz lo bastante alta para ser escuchado: “Son españoles los que no pueden ser otra cosa.” Y esta vez el erra-do político servilón decía la verdad. ¡Qué país!

* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

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