En Tailandia se censuran fotos del rey, como en España

En Tailandia se censuran fotos del rey, como en España

Arturo del Villar*. LQSomos. Mayo 2017

No hay quien entienda a los periodistas españoles. Este 19 de mayo de 2017 critican que el Gobierno militar de Tailandia amenazara a Facebook con retirarle la licencia para operar en el país, si en el plazo de cuatro días no retiraba de su red social unas fotografías de su rey, Maha Vajiralongkorn, en las que aparecía ligero de ropa. Es sabido que el rey es un golfo, como suele suceder en todas las monarquías, que en su etapa de príncipe heredero protagonizó demasiados escándalos sexuales. No hace falta decir que Facebook ha retirado las fotos.

Eso mismo sucede en el reino de España, o al menos sucedió durante el reinado escandaloso de su majestad el rey católico Juan Carlos I de Borbón, apodado El Putañero por sus ocupaciones reales favoritas. Al parecer, la memoria de los periodistas españoles es tan frágil que no recuerdan las censuras que aquí se perpetran en los medios de comunicación, para impedir que el rey quede en situación delicada, pese a haberse colocado él mismo en ella por sus flaquezas de carácter, y por el convencimiento de que su cargo de rey le libra de cualquier crítica. Cosa cierta en el reino.

La censura nazional

Recordemos algunas actuaciones censorias nazionales contra medios de comunicación de masas extranjeros. El 1 de diciembre de 2013 RTVE censuró la emisión del documental titulado El crepúsculo de un rey, realización de Caroline du Saint e Ibar Aibar, en el que se exponía el decrépito estado de su majestad, que le llevaba a la abdicación próxima. No se equivocaron los autores en su calificativo crepuscular, puesto que el 2 de junio de 2014 el monarca encargaba al presidente de Gobierno la elaboración de los decretos necesarios para formalizar su abdicación. Pese a la prohibición lo hemos visto, porque con los modernos sistemas de comunicación son inútiles las cesuras, pero no en RTVE, pese a su compromiso para emitirlo.

Exactamente lo mismo sucedió con otro documental realizado por Michel Courtois y Laurence Debray, titulado Moi, Juan Carlos, roi d’Espagne. Lo más vergonzoso es que se trata de una coproducción entre la cadena francesa TF3 y nuestra RTVE. En Francia se emitió el 15 de febrero de 2016, cuando Juan Carlos seguía siendo rey de España, pese a haber abdicado. Se le presentan varios vídeos sobre su vida, sin caer en las relaciones con las 1.500 barraganas que le atribuye el periodista Andrew Morton en su libro Ladies of Spain, y él los va comentando. También lo hemos visto.

La censura llega asimismo a las revistas extranjeras, a las que se impide su difusión en el reino. A las españolas simplemente las secuestran los jueces. Sin embargo, no se hubiera debido prohibir el número del 20 de mayo de 1995 de la italiana Novella 2000, que insertaba unas fotografías de su majestad el rey católico con el real culo al aire, habida cuenta de las alabanzas que los redactores hacían al tafanario real, merecidas, sin duda.

Se titula el reportaje Il re è nudo, con este antetítulo: È Juan Carlos il primo regnante al mondo ad apparire senza gli slip. ¡Qué bien, nuestro rey Juan Carlos I que ha sido el primero en enseñar las mayestáticas posaderas a la curiosidad internacional! ¡Ya era hora de que alcanzase el primer rango de algo, aparte su nombre! Los redactores mostraban su admiración por la armonía del nalgatorio, como corresponde a un rey católico, puesto al descubierto en aquellas fotos tomadas en el yate real sin su permiso, y sin que se diera cuenta de estar observado desde un helicóptero, que ya es despiste.

Era notable el elogio de los redactores al real tafanario descubierto en su tintarella integrale. Después de deleitarse en la contemplación de las fotografías, llegaban a esta conclusión admirativa: “Con questo fisico asciutto e longilineo, il re se conferma come uno dei sovrani piú in forma d’Europa, tanto da poter far concorrenza ai principi di altre corti”. Claro está que eso se escribió en 1995. En la actualidad sería imposible sostenerlo, porque las incontables operaciones quirúrgicas, las prótesis y las corinas han convertido ese atlético cuerpo merecedor de todos los panegíricos en una ruina total. Sic transit, como decían los clásicos.

Lo absurdo es que la censura nazional impidiera a la mayoría de los vasallos de su majestad el rey católico enterarse de los elogios recibidos por la exposición pública de sus reales asentaderas. La revista no pudo cruzar la frontera. En el reino de España se prohíbe presentar al rey en situaciones naturales. Lo mismo que en Tailandia. ¿De qué se asombran esos periodistas servilones? A fin de cuentas, los monarcas tienen los mismos órganos que los vasallos. Y de la sangre azul hay que dudar.

* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

Bego

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